Estamos en plena época de vacaciones, este es un buen motivo para disfrutar unos días con la familia y tener tiempo de conocerse. Desde esta perspectiva tendríamos la posibilidad de conocer más a nuestra pareja, de compartir experiencias con nuestros hijos, conocer sus proyectos de futuro… teniendo presente que esta experiencia no volverá a repetirse. Podremos volver al mismo sitio, hacer las mismas cosas, pero no será igual, será otra cosa, en otro momento diferente, donde las condiciones y los actores no repetirán su papel.
Dentro de las relaciones sociales a todos los niveles, la comunicación es el caballo de batalla que siempre sale a relucir. Mantener un canal de comunicación abierto en doble dirección, no es lo fácil que podríamos esperar. Escuchar Activamente es una asignatura que no se enseña en la escuela, no está en el currículo, no está programado, se nos enseña a escribir, a leer, a hacer cálculos, pero no a escuchar activamente. Esta falta de formación hace que seamos más egoístas, comodones, narcisos, materialistas, porque no prestamos atención a lo que tenemos alrededor. La falta de escucha hace que no fluya la comunicación y que los mensajes no lleguen con la intención que se mandaron, hay malos entendidos, malas interpretaciones, “mala comunicación”.
Tomemos tiempo para reflexionar en como nos relacionamos con nuestra familia, la cuestión no reside en lo que los demás deben de hacer, somos responsables de nuestra propia comunicación, de nuestra felicidad y en última instancia, diría que de la mayor parte de nuestras circunstancias.
Sugerencia:
Plantéese pequeños compromisos y manténgalos. Sea una luz, no un juez. Sea un modelo, no un crítico. Sea una parte de la solución, no parte del problema.
F.B.O.
Pedagogo Social