
La mayoría de los padres de hoy tenemos la suerte de tener a nuestros padres todavía con nosotros. Nos echan una mano cuando lo necesitamos, pero no siempre lo agradecemos como deberíamos. Creemos que lo tienen que hacer casi por obligación, sin pararnos a pensar porque lo hacen. El vinculo y la necesidad de una relación más intensa con los abuelos sirve de guía para el desarrollo de nuestros hijos:
Abuelos y niños tienen en común un deseo; Disfrutar de la libertad. Son libres por diversos motivos; los niños no son capaces de recelos y preocupaciones futuras. Los abuelos no se sienten responsables de educar, sólo desean que sus nietos sean felices, porque así lo son ellos mismos. Desean comprender al niño y se ponen fácilmente en su lugar, crean una relación intensa desde el punto de vista afectivo y educativo.
Los padres no tenemos que temer que maleduquen a nuestros hijos. Actualmente los abuelos están preparados culturalmente, y la serenidad que les proporcionan los años los convierte en seres privilegiados.
Su misión es estar incondicionalmente al lado del nieto en cada etapa de la infancia. El niño sólo si tiene cubiertas las necesidades físicas y afectivas será feliz, y tendrá abierto un amplio canal de posibilidades. El nieto es feliz por sentirse querido y acompañado, el abuelo lo es porque se siente útil, los padres deben de facilitar esa relación beneficiosa para toda la familia.
Sólo aprendemos a ser hijos, después de ser padres, y a ser padres después de ser abuelos… parece que: solo aprendemos cuando se nos ha pasado la ocasión.
Aprender de los mayores nos hace personas más maduras, flexibles, pacientes…, en fin nos hace mejores personas.
Francisco Beltrán